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El Molino, Fábrica Cultural


Un antiguo molino harinero que hoy combina juego, creación y producción, sobre la base de comprender la construcción como poesía y el trabajo como un proyecto colectivo.

Una fábrica cultural que busca el contacto con las materialidades más nobles y la articulación de programas de construcción intergeneracional, vivencial y lúdico para todas las edades, como una forma de contribuir al fomento de los vínculos afectivos y sociales.

Una usina de múltiples lenguajes y de acceso a bienes culturales; un espacio para jugar, aprender y compartir entre chicos y grandes.

Historia y refuncionalización

Los orígenes del molino harinero donde hoy se levanta El Molino, Fábrica Cultural nos llevan a finales del siglo XIX, a 1895 más específicamente. Para esa época hacía pocos años que se había delineado el bulevar Gálvez y la ciudad aún no se había expandido hacia el norte, que todavía estaba ocupado por amplias parcelas rurales herederas de las antiguas chacras coloniales. La recesión económica y el aumento del costo de los créditos, llevaron a su cierre a principios de la década de los años 90 del siglo XX.

Casi 20 años después, el Gobierno de la Provincia decidió recuperar este edificio emblemático, cuya historia remite tanto a las generaciones de empresarios y propietarios que lo fundaron y desarrollaron, como a la gran cantidad de personas que a lo largo de décadas trabajaron en él.

Hoy El Molino, Fábrica Cultural -inaugurado en diciembre de 2010- se eleva en una obra arquitectónica que se nutre de esas viejas historias y se presenta convertido en un edificio racionalista, íntegramente nuevo, con las bóvedas cáscaras de Williams, con el noble hormigón, con las transparencias, con las luces y las sombras. Un espacio público de encuentro ciudadano, donde el contacto con la materialidad es complejo y profundo.

Esta propuesta conjuga creación y producción sobre la base de comprender la construcción como poesía y el trabajo como un proyecto colectivo. De esta manera, la fábrica cultural busca la articulación de programas de construcción intergeneracional, vivencial y lúdico para todas las edades; y abierto al público en general.

Con una distribución de lugares planteada por la división de soportes materiales, se desarrolló una idea de proceso, creación común con otros, para contribuir al fomento de los vínculos afectivos y sociales y para articular la cultura y el trabajo para las nuevas generaciones.

Un homenaje al mundo del trabajo, punto de cruce ciudadano a través de la construcción de bienes culturales.

Un espacio apto para todo juego, para todo invento, para todo encuentro.

Recuperación y espacios

La obra de recuperación y refuncionalización comenzó en marzo de 2009 y fue llevada a cabo por la Unidad de Proyectos Especiales del Ministerio de Obras Públicas y Vivienda, en las personas de los arquitectos Luis Lleonart, Silvana Codina y Francisco Quijano; mientras que la planificación conceptual del espacio estuvo a cargo del equipo del Ministerio de Innovación y Cultura.

La primera etapa de la obra, que comprendió la recuperación del edificio que se erige sobre el margen este del complejo y sus espacios abiertos, entre ellos la calle pública con las Bóvedas Cáscara, se inauguró el 19 de diciembre de 2010.

Sobre el margen oeste, se encuentra un recuperado y refuncionalizado posteriormente, en 2019. Se trata de un nuevo proyecto, que sigue los lineamiento del espacio que funciona desde 2010, pero que incorpora características propias.

Este sector está dedicado a fomentar los emprendimientos de base cultural y creativa a través de acciones que promuevan el desarrollo de la producción escénica, audiovisual, web, multisoporte, editorial, discográfica y de diseño.