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16/06/2016

La ministra de Educación de la provincia participó del Congreso Internacional de Ciudades Educadoras, que se llevó a cabo en Rosario, y expuso las principales líneas de la política educativa de la provincia.


Balagué presentó la política educativa santafesina en el Congreso Internacional de Ciudades Educadoras

 

A continuación, les compartimos la ponencia completa de Claudia Balagué en donde se pueden ver videos correspondientes a experiencias concretas de la ciudad de Rosario.
https://www.youtube.com/watch?v=RoAnBg-p8JU

Para comenzar, me gustaría darles la bienvenida destacando su presencia en Rosario, convocados por Ciudades Educadoras para pensar la educación para la convivencia en el territorio, justo en el mes de junio, en que celebramos el día de la Bandera Nacional, que fue enarbolada por primera vez hace 204 años, a metros de aquí, frente a este mismo río Paraná.

Y quiero partir de este punto porque cuando hablamos de bandera, una de las imágenes que primero evocamos es la escuela, como lugar donde la bandera se conoce, y donde se aprenden los valores que contiene como símbolo de la identidad nacional. Y entonces escuela y bandera, hacen un binomio de sentido muy fuerte, casi tan potente como escuela y educación, este par que se entrama permanentemente: cuando pensamos en escuela, la primera imagen que enlazamos es la educación, y si pensamos en educación, la primera imagen que se nos suele presentar es la escuela.

En Rosario, para el mes de junio, solemos hacer campañas en los medios, con los vecinos, también desde las escuelas, para embanderar la ciudad cuna de la bandera, para vestirla de celeste y blanco. Los niños del jardín de infantes hacen banderas con brillantinas y las pegan en las puertas de los comercios o en los troncos de los árboles y las luminarias, los vecinos adornan los balcones, las plazas. Hacemos todos un trabajo especial para sacar la bandera de los patios de las escuelas, y colocarla en otros mástiles, de la ciudad.

Algo parecido ocurre con la educación, acción que la historia y ciertas tradiciones se han encargado empujar hacia la escuela, y que lleva años haciendo fuerza para hacer notar que también está en otros lugares: en las familias, en las instituciones, como decimos en este congreso: en la ciudad misma, en la ciudad toda.

La razón de ser de este espacio, de ciudades educadoras, que lleva dos décadas de encuentros y diálogos, de acción y transformación, da cuenta de esta situación, sobre la que afortunadamente podemos afirmar que hemos avanzado. Aunque, como siempre decimos, en educación, la tarea es infinita, en tiempo y en espacio.

Nuestro maestro Francesco Tonucci, que nos visitó por última vez en Santa Fe hace dos años, nos enseñó que “una ciudad educadora pensada en los niños les debe permitir salir de casa y aprovechar los espacios públicos para vivir la experiencia de la aventura, del descubrimiento, el juego, toparse con obstáculos y probar la satisfacción de superarlos o la frustración de no lograrlo”.

Desde esta perspectiva, la escuela que es un espacio clave para la construcción de múltiples conocimientos, es nuestro laboratorio para probar, ensayar, arriesgarse a estos aprendizajes que genuinamente ocurren en el entorno, cuando se requieren para transitar las experiencias de vida en lo que llamamos el territorio, que es el espacio en común, el espacio de convivencia.

Pero el tiempo diario de un estudiante en la escuela, es menos de un cuarto de un día. A qué se dedican los niños el resto del día? Sin dudas a seguir aprendiendo… de múltiples modos.

Jugando, solos o con otros, en casa, en casa de amigos, en cualquier espacio público, con los medios de comunicación, acompañando a algún mayor de la familia a resolver trámites cotidianos, cualquier situación a la que los niños estén expuestos, positiva y negativamente también, es una situación de aprendizaje para la vida.

Por eso es tan importante, para los que trabajamos específicamente en la educación que se recibe en la escuela, y para los que están en otros espacios, cualesquiera sean, reconocer la calidad de educadores que presentan todos los elementos y situaciones que componen el entorno de los niños y de los adolescentes.

No podemos pensar en una educación fragmentada, debemos pensar integralmente, teniendo como guía de nuestro trabajo compartido el garantizar derechos a todos los niños, niñas y jóvenes.

En Argentina, ustedes saben, todas las escuelas, desde el nivel inicial hasta el nivel superior, dependen de las provincias, salvo las universidades que dependen de la nación, algunos jardines maternales que son desarrollados desde los gobiernos locales y algunas pocas excepciones más.
Con este esquema institucional, y considerando la experiencia de Rosario y también lo que hacemos con las demás ciudades educadoras de nuestra provincia , nuestro desafío como autoridades de gobierno es articular ambas esferas educativas de manera permanente.

Que la escuela se abra a la ciudad y que la ciudad entre en la escuela, es el camino que encontramos para que la escuela desempeñe su rol específicamente educador, en contexto, y que la ciudad también ejerza su responsabilidad de educadora, a través de sus espacios, su planificación y desarrollo urbano, sus servicios, sus instituciones… y así llegar a las familias, a los ciudadanos, para acompañarlos en la educación de los más chicos, de manera integrada y constante.

Concretamente, ¿cómo lo hacemos? Esta es la clave de mi presentación. Compartir con ustedes cómo es el diseño de una dinámica escolar, que no es aislada sino que es parte de una política pública, en nuestro caso provincial, que dialoga y se materializa de manera articulada con la esencia educadora con que se planifican las políticas públicas locales.

Conceptualmente, nuestro plan de educación provincial está desarrollado sobre tres premisas que guían todas las acciones que realizamos desde el Ministerio de Educación: inclusión socioeducativa, es decir, la definición de que todos los chicos estén en la escuela; calidad educativa, que el paso por la escuela sea para la construcción de saberes socialmente relevantes; y escuela como institución social, que es clave para el tema que motiva este encuentro: la convivencia en el territorio. Estamos transformando la dinámica institucional, para abrir aún más la escuela, que sea ella misma la que advierta que puede contar con el entramado social del que forma parte y que el entorno cuente con la escuela para la construcción y el desarrollo de sus proyectos y sus acciones cotidianas. El centro de salud del barrio, la vecinal, el club, todos juntos articulan en el territorio como lo hacemos con el Plan Abre en los barrios rosarinos. Todos cuentan con todos.

Y cuando digo contar, lo estoy usando en el sentido en que lo aplica Mario Benedetti en el famoso poema: contar, no hasta uno ni hasta diez, sino saber que el otro existe, que está ahí, para acudir, para confiar, para compartir los esfuerzos.

Ustedes saben que en la provincia de Santa Fe tenemos casi 5000 escuelas; de una población de casi 3 millones de habitantes, 1 millón son estudiantes. El equipo del Ministerio, y yo personalmente, recorremos mucho las escuelas, y en las charlas con maestros y profesores, nos hablan de la escuela que por años se ha sentido sola… que sola debía afrontar la educación, en su sentido estricto, pero también muchas otras cuestiones, devenidas del entorno económico y social, que permean los muros de la escuela. Porque en la mochila cada niño lleva consigo su realidad, y con todas esas particularidades trabaja una escuela que ya no es la homogeneizadora de sus primeras décadas, sino que ahora su misión radica en el aprendizaje de la convivencia en la diversidad.

Y allí está el gran desafío, como transformar la escuela, su entorno, la ciudad, en una comunidad de aprendizaje. Tomando contribuciones de autores como Freire desde la educación, Habermas desde la Sociología, Vigotsky desde la psicología. Las comunidades deben apostar a la transformación generando igualdad de oportunidades educativas, luchando contra la exclusión social. La desigualdad educativa contribuye a perpetuar las desigualdades sociales y es por ello que resulta indispensable transformar el entorno. Pero no transformarlo de cualquier manera, a veces nos confundimos y tenemos una actitud paternalista, que puede dar resultados en el corto plazo. La verdadera transformación se da cuando hacemos que los niños, los jóvenes, los ciudadanos ejercen su rol transformador, porque esto también los empodera y los hace verdaderos ciudadanos. La participación de toda una comunidad es la que transforma y allí es cuando una institución no se queda sola, afrontando la realidad entre cuatro paredes.

Es decir, como equipo de gestión tomamos el eje de la escuela como institución social para hacer visible el vínculo que existe entre la escuela y su entorno, para fortalecerlo, para reconstituirlo en los casos en los que fue deteriorado, y fundamentalmente para que la escuela se reconozca integrada, como uno de los espacios clave para el crecimiento de cada barrio, de cada localidad.

Entonces, decía, tenemos este trato de contar mutuamente con el otro, de compartir la responsabilidad de fortalecer el desarrollo de una ciudadanía plena.

Quienes puedan visitar mañana las ferias en dos distritos municipales de Rosario, van a estar viendo en ese espacio de Educación, que se llama “Cada ciudad una escuela y cada escuela un mundo”, algunos ejemplos de articulaciones concretas, expuestos por los propios protagonistas que los van a invitar a participar a cada uno de ustedes, para compartir las experiencias.

Para todos los que estamos aquí, y antes de seguir explicando nuestra política educativa quisiera detenerme a compartir este breve relato, como un ejemplo de esta articulación de la que estamos hablando, donde escuela y ciudad están imbricadas en una relación altamente propositiva de múltiples aspectos vinculados con la educación y, en ese camino, al desarrollo ciudadano.

Esta escuela, que es la Escuela Serrano, es una primaria ubicada en el barrio Las Flores de Rosario, ha desarrollado vínculos con las familias y, desde ese núcleo de confianza familia-escuela, despliega una importantísima tarea de integración del barrio a la ciudad. Los invito a mirar el video:
https://www.youtube.com/watch?v=CzFVdx28pa4

Esta “luz” que es la escuela en el barrio Las Flores es de alguna manera la metáfora que elegimos para pensar la escuela en una ciudad educadora: una escuela que se destaca, que se ve, que incluso sale, que circula por la ciudad, y una escuela que convoca a las familias, que es clave en las actividades ciudadanas que exceden ampliamente el ámbito escolar. Hacia la consolidación de este vínculo activo y participativo tendemos, en una ciudad educadora.

Lo hacemos con propuestas que tomamos de diferentes espacios: propias de nuestras escuelas, de otros países, que funcionan por tradición, que son el resultado de investigaciones… Una escuela abierta permite esto: buscar, elegir, experimentar, y llevar adelante las iniciativas que mejor preparen a los chicos para la construcción y el desarrollo de sus proyectos de vida.

A través de Comunidades de Aprendizaje, por ejemplo, integramos a las familias a las aulas, y así padres, abuelos, hermanos trabajan con los maestros y los chicos en el desarrollo de procesos en que las familias son expertas y que ayudan a aprender los contenidos curriculares a la vez que a mejorar las prácticas. En la misma oportunidad ocurre el enriquecimiento de los vínculos afectivos y de autoconfianza: al interior de la familia, entre las familias del barrio y con los chicos. En dialogo igualitario, en convivencia, en síntesis un proceso democratizador.

La confianza y el reconocimiento son parte ineludible del proceso de aprendizaje para contribuir al desarrollo de la autonomía. El Saber, así en mayúsculas, no lo tiene el otro, que lo puede administrar: lo da o lo niega. Lo tenemos cuando lo podemos compartir y construir juntos. Esta es la perspectiva de la educación que proponemos desde la escuela y que debe encontrar eco en una ciudad educadora.

Uno de los programas que desarrollamos con Rosario es Presupuesto Participativo Joven. Miles de chicos de escuelas secundarias, proponen cosas para su ciudad, su barrio, democráticamente participan y ejercen una ciudadanía activa.

También trabajan junto al Instituto Municipal de la Mujer en la prevención de violencias, construyendo proyectos propios, con su propia creatividad.
En este mismo sentido, en Santa Fe desarrollamos otro programa que va de los niños más pequeños a los estudiantes de nivel superior, que se llama Eureka! Santa Fe. Es un programa que promueve la investigación y el pensamiento científico en el ámbito escolar, pero que tiene un fuerte anclaje en el territorio. Porque a los chicos los motiva investigar todo lo que les genera curiosidad en lo cotidiano, y lo que los asombra está en lo que ven, en lo que escuchan, en aquello que les llama la atención de su propio entorno.

Así que, por ejemplo a través de esta iniciativa, también promovemos el desarrollo de proyectos científicos de diferentes jerarquías e implicancias que entran a las aulas por el reconocimiento de una realidad problemática por parte de los chicos, y que sale de la escuela como explicación o propuesta para resolver los problemas del barrio, de la ciudad.

Muchos de estos proyectos, que nuestros chicos han presentado incluso en ferias internacionales, tienen como motor atender algún aspecto que los inquieta, preocupa, y para los que buscan, desde los aprendizajes curriculares, una propuesta para resolver, mejorar o incluso para hacer accesible a todos la apropiación de los espacios públicos.

Se trata de intervenciones sociales como el tratamiento de residuos, el reciclaje de deshechos informáticos, el acceso al agua potable, recuperar tradiciones interculturales o intergeneracionales, diseñar dispositivos que mejoren la vida de personas con diferentes necesidades, discapacidades, entre otros miles de proyectos que se presentan y desarrollan año a año!

Les propongo compartir otro breve relato de una experiencia muy importante que realizamos en la ciudad de Rosario.
https://www.youtube.com/watch?v=mDDftzl9VlY

Y esa sensibilización de la mirada hacia las necesidades del entorno, hacia la realidad propia y circundante, y la motivación por intervenir en ella a partir de las capacidades propias, es un propósito hacia el cual estamos transformando tanto los diseños curriculares como los modos de evaluación de los aprendizajes.

Con este espíritu abrimos en las escuelas espacios que van más allá de los saberes específicos, sobre las distintas áreas de contenidos, y que se concentran en el desarrollo de aptitudes para la organización y desarrollo de proyectos, en que se pongan en juego metodologías y valores propios. El cooperativismo y el emprendedorismo son parte de nuestra educación.

Por eso incorporamos la pedagogía emprendedora, o pedagogía de los sueños, que invita a los chicos, desde muy pequeños, a dedicar tiempo a soñar, a compartir sueños con los compañeros, incluso con la familia, y a trabajar para concretarlos, a través del diseño de estrategias, la consideración de los recursos existentes y posibles y el avance en etapas. Los chicos han soñado cosas maravillosas en relación con su relación con la ciudad, y las han logrado. Los hemos visto concretar sueños que van desde navegar por el río, reabrir una biblioteca, hasta organizarse para evitar el cierre de la única fábrica de bolitas de vidrio que está en la provincia de Santa Fe.

Esta línea de trabajo también es importante para la convivencia en el territorio, porque la emergencia del “lo quiero ya” suele afectar negativamente nuestras relaciones. Todos solemos sentir que estas situaciones de no poder esperar, de lo imperioso de la inmediatez, alteran nuestro modo de relacionarnos. La escuela, que no está ajena, propone también el aprendizaje de proyectar a mediano y largo plazo, de que lo problemático suele tener solución, que se puede trabajar con otros para construirla, y que requiere tiempo y paciencia, pero al final se puede lograr.

Aprender a proyectar, que es lo que hacemos en pedagogía emprendedora, no solo implica estar preparados para asumir proyectos de trabajo, sino de todo tipo. Los chicos son rápidos en darle dimensión y valor a las situaciones que no se transforman como en el touch de una tablet, sino con la creatividad, el consenso, la apropiada valoración de los recursos disponibles…

Miren conmigo ahora, una muestra esta sensibilidad con el entorno sobre la que los estudiantes construyen propuestas para la comunidad. La transformación comienza por algo pequeño, y cada paso tensa una fibra del entretejido que implica una ciudad educadora.
https://www.youtube.com/watch?v=jeGmkRh0HQQ&feature=youtu.be

Son muy importantes las experiencias de recuperación y apropiación de espacios públicos, por ejemplo, a través de Santa Fe Juega, que es una iniciativa que convoca a jóvenes a través del deporte y del arte a jugar en toda la provincia, en los clubes, las plazas, las escuelas, la calle… Una invitación a que los jóvenes copen los espacios abiertos para aprender y enseñar la convivencia…

Nos sorprendieron, como siempre hacen los chicos, porque en algunos casos, nos pidieron que abriéramos más playones deportivos, que en ciertos terrenos armemos pistas de atletismo, que en las plazas pusiéramos juegos de ajedrez gigantes para ir los fines de semanas con amigos y familia…

Y hubo casos en los que ellos mismos se pusieron limpiar espacios en desuso, los intervinieron con murales, y son los espacios donde hoy se encuentran para entrenar o para charlar y escuchar música.

Con los estudiantes más grandes, los que están ya con un pie fuera del sistema escolar obligatorio, trabajamos junto con la ciudad, para recibirlos en un entorno laboral inclusivo. Con un entramado de organizaciones sociales y productivas (hay más de 800 empresas articuladas con nuestras escuelas técnicas, llevamos adelante una especial vinculación del sistema educativo con el mundo laboral.

A través de prácticas profesionalizantes, por ejemplo, los estudiantes realizan una intervención en una empresa que lo recibe para dejarlo andar sus primeros pasos en un entorno laboral concreto, que por supuesto es parte de su entorno de formación. Los profesores acompañan, hay una articulación concreta que no solo integra a los jóvenes de una manera más armoniosa al ámbito laboral, sino que enriquece mutuamente a la escuela y a la empresa al traer a la escuela algunas de las prácticas concretas del entorno, y al entorno laboral, nuevas ideas, nuevos conocimientos sobre cómo desarrollar ciertos procesos.

A tal punto llevamos el diálogo con la ciudad que abrimos carreras de educación superior vinculadas con el perfil productivo de cada región de la provincia, y que se desarrollan dentro de parques y áreas industriales.

En Rosario, por ejemplo, como modo de potenciar su perfil turístico, abrimos carreras superiores de Turismo y gestión gastronómica, más una de hotelería que está en la ciudad vecina de Funes. Porque el crecimiento turístico de la ciudad convoca a los jóvenes a buscar estas profesiones, al mismo tiempo que la ciudad misma va demandando cada vez más expertos para el desarrollo de determinadas tareas en este rubro de servicios.

Es el último ejemplo que los invito a ver:
https://www.youtube.com/watch?v=OtmoVzP_p20

Rosario es, como dicen, una ciudad de desafíos. Una ciudad que se permite, como les proponemos a los chicos en la escuela, soñar, planear, probar, avanzar… En plena coincidencia de esta condición de animarse a lo nuevo, no fue casual que el Plan Vuelvo a Estudiar, un plan en el que el Estado va casa por casa de los jóvenes a buscarlos para que terminen la educación obligatoria, se implementara aquí por primera vez. La ciudad misma comenzó a hacer propia la tarea de detectar jóvenes que hubieran abandonado la escuela, y a acompañarlos a nuestros equipos de territorio para que se animaran a resolver los obstáculos que les impedían retomar sus estudios.

Recordar esos primeros pasos, y la respuesta de la comunidad y la apertura de las escuelas para recibir a miles de jóvenes de vuelta en sus aulas, nos ponen una dimensión extraordinaria de los avances posibles cuando las políticas educativas, radiquen en el nivel del estado que sea, rompen los límites de la gestión de las políticas y se hacen carne en la ciudadanía. Aquel plan Vuelvo a Estudiar, que buscaba que los jóvenes recuperaran a través de la escuela sus proyectos de vida, fue apropiado, demandado, enriquecido con los aportes de profesores, familias, medios de comunicación y organizaciones sociales, como los sindicatos que pidieron una propuesta similar para que los trabajadores agremiados de distintos sectores también terminaran la secundaria… Y hoy tenemos el aula en la fábrica y en el sindicato.

Hoy tenemos, en este camino recorrido, una propuesta de vanguardia germinando en Santa Fe. La tenemos en el laboratorio del Vuelvo a Estudiar Virtual, una propuesta de educación secundaria semipresencial, que fuimos armando a través de escuchar las realidades de todos los santafesinos que no terminaron la secundaria, y armamos en ese dialogo un plan de estudio basado en situaciones de la vida cotidiana, que permiten el estudio de los contenidos de nivel secundario con un enfoque interdisciplinar y un sistema de evaluación basado en proyectos sociocomunitarios, de intervención concreta en el entorno. Decimos que es nuestro laboratorio porque estamos probando en esta trayectoria escolar alternativa, las bases de una nueva dinámica escolar, en la que pueda basarse un pronta escuela del futuro: mucho más cercana a las motivaciones, los modos y los medios de relacionarnos, los modos y medios de aprender, pensar y construir los aprendizajes.

Seguimos pensando y desarrollando una escuela que tenga el pulso de cada ciudad y una ciudad donde la educación encuentre infinitos espacios para hacer latir la creatividad, la curiosidad, el impulso de hacer y los valores de la convivencia.

Este es nuestro desafío como ciudades educadoras. Es un desafío por el futuro. Y es un desafío vital.

Vital por como entendemos a la educación hoy, en el mundo de la información, de las comunicaciones, de la globalización, donde parece que paradójicamente cada vez entendemos menos la diversidad, al otro, a la otra clase social, al inmigrante, al que tiene otra cultura, otra religión.

Allí la educación tiene un rol transformador y generador de equidad y de justicia social. La educación basada en los derechos de cada una de las personas, y en la capacidad de transformación social mediante la interacción, nos lleva a través de Freire, a prácticas educativas y a una dimensión dialógica y social del aprendizaje.

En síntesis, pensamos que la lucha contra la exclusión y las desigualdades sociales debe trabajarse desde la educación en su concepción más amplia e integral, y este debe ser un camino privilegiado hacia la universalización de los derechos humanos.

Gracias


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