Las últimas décadas del S. XX han sido dramáticas para el sistema educativo Argentino. A la destrucción moral, el autoritarismo y el miedo que impuso la dictadura, se le sumó, con breve lapso del gobierno democrático del ’83 al ’89, la instalación de políticas neoliberales que profundizaron el individualismo y fragmentaron el sistema en “unidades educativas”, eliminando la idea de “sistema” y desdibujando el rol del Estado.
El aumento de la desigualdad social y la desinversión en el sector educativo, de la mano del discurso hegemónico de la época (exitosamente instituido por la ley Federal de Educación), fortalecieron posturas individualistas y tecnocráticas que cambiaron el perfil de la escuela pública argentina. El oficio de maestro se vio acosado ante las necesidades de asistencia social y de lucha por mejores condiciones de trabajo. El niño, sujeto central de toda acción pedagógica, es desplazado de la escena ante tamaña contingencia, y la escuela no puede entonces escapar al mal de la época: el vaciamiento de sentido y el aislamiento que banaliza muchos esfuerzos institucionales.
La sanción de la Ley Nacional de Educación Nº 26.206 en el año 2006, y el cambio de la política nacional hacia una recuperación de la presencia del Estado en el sector público, modifican el escenario educativo.
Sin embargo, recuperar la centralidad en el niño, la discusión pedagógica, el diálogo y la construcción colectiva continuó como tarea pendiente y desafío central para la Política Educativa. A partir de 2007, Santa Fe diseña su estrategia educativa y propone construir vínculos, palabra y cooperación como postulado ético y como base epistemológica para vencer dificultades de aprendizaje. Es decir, para que la educación sea posible en todas sus dimensiones.
Que la escuela sea un espacio donde verdaderamente se aprenda a pensar y a hacer, implica un trabajo de reconstrucción de las prácticas pedagógicas en múltiples aspectos: vinculares, filosóficos, ambientales y, por supuesto pedagógicos.
La estrategia se centró en un hacer permanente y voluntario con docentes y directivos a través de distintas convocatorias temáticas de Formación en Servicio. Cada una de ellas atiende algún aspecto particular de la práctica escolar, pero todas, sin excepción, preparan para comprender y actuar desde un concepto del aprendizaje: “se aprende lo que se vive”. Esto implica entonces, intervenir sobre el modo, el ambiente y las técnicas con que se trabaja.
La modalidad de formación en servicio distingue a la provincia de Santa Fe del resto de las jurisdicciones, ya que las acciones no sólo son gratuitas para el docente, sino que se desarrollan en horario de trabajo y cuentan con reemplazante frente del aula. Veinticuatro líneas de capacitación permitieron llegar a más de 40mil docentes y directivos con acciones formativas de entre 3 meses y dos años de duración. La organización y el ambiente escolar; el abordaje de distintas problemáticas de aprendizaje en el aula; las nuevas perspectivas de enseñanza de las ciencias, el diseño digital de la clase o la educación sexual integral, son algunas de las múltiples formas que adquirieron las convocatorias. En todos los casos, el principio pedagógico a trabajar es la conformación de vínculos que permitan el diálogo, la participación y la convivencia como soporte de todo aprendizaje formal y como desarrollo de habilidades sociales imprescindibles. La praxis (acción/reflexión) tomando como eje el hacer cotidiano con el alumno y la resolución de problemas concretos en la escuela, hace la diferencia en relación con otras formas tradicionales de capacitación. Cuatro fueron los ejes sobre los que se trabajaron estas propuestas de formación: